Luis Zieher nos dejó hace algunos días.
En su despedida nos encontramos con muchas personas que a lo largo de vida lo acompañaron como colaboradores, alumnos, discípulos, amigos. Todos, con mucho pesar por su partida, recordaron grandes anécdotas con “el Profe”, como se lo seguía llamando.
En cada historia se lo veía reflejado al Profe Zieher en su obra, en su vida, en su esencia.
En cada relato quedaba plasmado su amor por los alumnos, por sus ayudantes, sus colaboradores de la cátedra. Ese amor por la Primera Cátedra de Farmacología, por la Facultad de Medicina. Ese mismo amor, pertenencia y compromiso que tenía por la Maestría de Favaloro, por el Comité Independiente de Ética, por esas inolvidables Jornadas de Neurociencia y Psicofarmacología, y por su Revista de Psicofarmacología que corregía y revisaba hasta hace muy poco.
Amaba lo que hacía.
Conocía perfectamente a todos los que trabajaban en cada uno de esos lugares, sin importar la tarea que desempeñaran. Siempre había un momento para hablar de eso. Se preocupa- ba si alguien transitaba una dificultad. Estaba atento y ayuda- ba con un consejo de la vida o concretamente.
También era muy exigente con cada uno.Un poco de esa exigencia que él mismo se imponía.
En cada anécdota contada estaba presente la pasión del Profe por la ciencia, por el conocimiento, por el camino de la búsqueda de la verdad. Confesaba que le era mucho más divertido leer sobre Neurociencias que cualquier otra materia. Que no había aventura más grande que las ciencias.
Siempre mantuvo como faro esa búsqueda de la verdad. Con mucho entusiasmo anoticiaba cuando un concepto se cambiaba. Siempre a la búsqueda de nuevas verdades que nos compartía no sin antes examinarlas y cuestionarlas, con esa pasión que había aprendido de sus Maestros como Eduar- do De Robertis, y que supo transmitir a sus becarios.
En cada historia está su pasión por enseñar, por transmitir, porque detrás de la farmacocinética y la farmacodinamia y de los receptores estaba la necesidad de dar respuesta al sufri- miento de los pacientes y de la sociedad.
En su generosidad, en su enseñanza, en su pasión, en su ética, en su amor a la verdad y a la libertad, tuvimos el pri- vilegio de conocerlo. Zieher fue una de esas personas de las que aprendimos cosas tan importantes que nos acompañarán siempre.
Enseñanzas que sus alumnas y alumnos, sin duda, transmitirán en las aulas, en la investigación, en la escritura, en la vida.
Pablo Terrens Director Editorial Sciens Agradecido a la vida por haber compartido tantos momentos con Luis María Zieher







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