Dra. Jessica Borenstein
Prólogo
Hace veinte años, aproximadamente, que trabajo con pacientes con Fibromialgia. Una médica reumatóloga me acercó un día una publicación, y comenzó a derivarme pacientes. Fue un antes y un después, para mí, por muchos motivos, desde sumergirme, como médica psiquiatra que iniciaba su formación en psiquiatría de enlace, en el mundo de los síndromes sensitivos centrales, hasta luchar contra los molinos de viento, que decían que la Fibromialgia “no existe”, o que “dicen que es Fibromialgia cuando no saben qué decir”.
Poder demostrar que la fibromialgia es una entidad que nace de la reumatología, pero que tiene un sustento neurológico, y en la que intervienen, para su diagnóstico y tratamiento, desde médicos psiquiatras hasta terapistas ocupacionales, fue un largo y arduo camino, que trascendía el rigor científico.
Sin embargo, la Fibromialgia ha recorrido un largo camino previo. Si bien florece, con nombre propio, desde 1970, y con criterios diagnósticos surgidos en 1990, ya se “la intuía” en la antigüedad. En 1592 se hablaba de reumatismo muscular, en 1621 se mencionaban la astenia y mialgias en las melancolías, en 1865 se diagnosticaba neuromialgia, y a partir de allí, diversas nomenclaturas definían cuadros compatibles con Fibromialgia: mioastenia, fibrositis, reumatismo muscular, reumatismo psicosomático. Incluso el gran William Osler, en 1909 llegó a aventurar que no necesariamente las zonas de dolor muscular serían el origen de la enfermedad, sin conocer su vínculo con el sistema nervioso central, hoy ya tan estudiado y comprendido.
A pesar de poseer un mayor conocimiento, a través de estudios clínicos, del mecanismo de los síndromes sensitivos centrales (fibromialgia, estomatodinia, vulvodinia, etcétera), hay diversas especialidades que siguen sin tener en cuenta esta entidad a la hora de realizar diagnósticos diferenciales. La Fibromialgia es un auténtico ejemplo de la famosa frase: “la clínica es soberana”, y ese profundo examen clínico, basado en el examen físico y un interrogatorio adecuado, son la base para el diagnóstico de certeza.
Jessica Borenstein es una joven colega que ha sabido integrar un equipo multidisciplinario y experto, con una visión acertada en común en el diagnóstico y tratamiento de pacientes con fibromialgia. Ha logrado construir un auténtico “Fibro-team”, dispuesto no solo a tratar este tipo de pacientes, sino también compartir sus conocimientos a través de esta, ya segunda edición, del libro.
La primera versión fue un éxito en su difusión. Esta segunda edición ha sido mejorada, ampliando el contenido de los capítulos ya existentes, y con el agregado de nuevos capítulos, que abarcan un recorrido por la autoinmunidad, el dolor nociplástico, la mirada psiconeuroinmunológica, la confección de una adecuada historia clínica en este tipo de pacientes, las cuestiones abarcativas de género y otros sistemas corporales asociados a la fibromialgia, además de la práctica de terapias corporales a la hora de analizar tratamientos no farmacológicos.
Merece un párrafo aparte la inclusión en el libro de un extraordinario capítulo acerca de la “Fibrocovid”, en relación con los efectos de la Covid-19, no solo en pacientes que ya padecían Fibromialgia, sino también en la generación de nuevos casos, ya sea la fibromialgia una secuela de padecer infección por Coronavirus, o por efecto estresante secundario durante la pandemia. La Fibrocovid podría ser denominada una nueva entidad diagnóstica por sí misma.
Esta nueva edición logrará despertar, a través de una lectura clara, ágil y amena, el interés por descubrir a la Fibromialgia, y reconocer su identidad en el mundo médico. De este modo tendrá más herramientas a la hora de diagnosticar, tratar y acompañar a pacientes que la padezcan.
Dra. Ingrid Brunke